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Extracto de la enseñanza del Colegio Iniciático – Parte 01.
Por el Venerable Maestro Domingo Días Porta.
Como la misma palabra lo dice: Iniciático, que es para iniciarse en una nueva vida, en un nuevo estilo de vivir, salir de sombras, de velos, de confusiones. Tener claridad y seguridad en la vida, firmeza en el conocimiento de a qué venimos realmente a la tierra y hacia dónde vamos. Esto hay que tenerlo claro, y para eso hace falta estudio. El estudio no es simplemente leer y repetir lo que diga un libro, eso no nos ilumina en absoluto. La Iluminación viene de ciertas experiencias de la vida tomadas adecuadamente; entonces, cuando esa experiencia se toma como debe ser, no importa que sea desagradable, resulta ser como el cerillo, que enciende su fuego. Si no la experiencia no nos dice nada, es como un cerillo apagado; no entendemos por qué nos pasan las cosas. Entonces, la Iniciación es Sendero, desde muy antiguo es Sendero Iniciático. En él están los que han abierto las puertas en épocas de confusión, de materialismo, de violencia, de enfermedades, etc.
Siempre hay un enviado del cielo que viene para ayudar a la humanidad. Dios nunca nos deja abandonados, nos deja un tiempo vivir las situaciones difíciles para que nos demos cuenta de que el dinero no arregla nada, ni la medicina arregla nada, ni la política, etc., sino cuando tenemos ese compromiso espiritual con nosotros mismos y con los seres que nos rodean de contribuir a mantener la unión, porque actualmente se dice que hay falta de comunicación entre la gente, que no hay esa confianza, que cada quien se guarda sus cosas, no se atreven a confiar en otros.
Entonces dan cursos de relaciones humanas, de comunicación, pero eso no arregla el problema, no arregla la causa. O sea que, la causa de la incomunicación humana no es que falten palabras, no es que falte alguna manera de hablar, sino que la causa es espiritual, o sea que, por haber roto la comunicación con Dios, no nos podemos comunicar en el mundo; entonces hay muchas reservas, muchos temores, desconfianzas, como dicen, que hay paredes en la familia humana, paredes invisibles que separan a los seres, y entonces no se llega a aquello de lo que tanto se habla y que llaman felicidad, pues no se sabe si la felicidad consiste en hacer dinero, o en estarse riendo todo el día.
No está definida esa palabra, no se sabe exactamente qué es; entonces la causa de todos los males es la de habernos separado del Mundo Divino, y dependemos más de la policía que de los ángeles, y más del alimento material que del alimento espiritual, y eso trae mucha desarmonía social y pobreza a la vida humana. Sea pobreza en el corazón, sea pobreza en la mente, en el espíritu, o pobreza física, porque una persona, aunque tenga mucho dinero, si está enferma está pobre, es una persona pobre si no entiende la vida; aunque tenga dinero es un pobre.
Entonces, uno de los Grandes Maestros, precisamente el Cristo, que podríamos decir que es el máximo Maestro de Maestros, señaló la situación de la necesidad de restablecer la comunicación con el Mundo Divino, y se dedicó a formar a los discípulos, a llevar ese mensaje por lo pueblecitos, porque Él era un hombre que vivía en Palestina; hoy Jerusalén sería para nosotros un pueblo, para nosotros no sería una ciudad como estaba en aquellos tiempos, con las calles de tierra, etc.
Mucho cristianismo, muchas religiones y otra vez la humanidad cae en la pobreza, en la enfermedad, en la violencia, porque se va perdiendo el impulso inicial. Así como tiene que ir el automóvil a la gasolinera cada tanto tiempo, porque se va apagando, se va debilitando, se le acaba el alimento, así a los pueblos, periódicamente, hay que renovarles la energía espiritual que con el paso de los siglos se les va agotando, se van olvidando, se van desviando por otros rumbos, pierden el camino. Por eso necesitan a un verdadero Maestro de la humanidad, que es como un manantial de aguas puras allá arriba en la montaña, o sea, en la parte más elevada del ser. El Maestro trae esa agua pura, limpia, transparente, pero que con el paso de los años es como el río que baja del manantial desde la montaña, y al ir por los valles, se va llenando de basura, se va contaminando, le cae lodo, tierra, de todo, restos de hojas de árboles, y ya no se sabe cómo era el agua, ya no nutre, ya puede enfermar, y el tiempo es como un río, y al pasar el tiempo la enseñanza original del Maestro, por ejemplo el Cristo, el Buda, pues se va confundiendo con otras ideas, con las costumbres de los pueblos, con los filósofos; se enredan con las guerras y todo eso, y ya no se sabe exactamente qué fue lo que quiso decir el Maestro. Entonces tiene que enviar Dios a otro embajador al que dice: sacúdeles el polvo, quítales los velos que han caído sobre sus almas para que vuelvan a beber del manantial.
(A continuar)