Diferentes niveles de tristeza y temores van echando raíces desde la niñez, se arrastran a través de los años, y en la adultez esas raíces se han metido por todos lados: en el hígado, en el corazón, en los sentimientos, en la manera de ver la vida; hay recuerdos mal asimilados que son como plagas en el huerto interior, plantas dañinas, basura acumulada por no hacer prácticas periódicas de purificación.

 

Entonces, en vez de estar quejumbrosos y frustrados, tomemos “pico y pala”, buenas semillas, una carretilla para recoger la basura y malas hierbas, y ¡Manos a la obra! A quemar la basura para convertirla en abono, abrir surcos en el jardín, sembrar las mejores semillas, regar, podar, proteger de plagas, todo ello en un sentido espiritual y psicológico. Sembramos en la mente, que es el vivero, y cosechamos en la vida, que es el campo dando frutos.

 

Así, cuando te visite la tristeza, no huyas, no seas cobarde, recíbela amablemente para estudiarla y así encontraras su causa para vencer sus efectos negativos. Así más nunca te asustará, será tu amiga y consejera para poder recibir a su compañera: la alegría.

 

T.A-O Domingo Días Porta. (Adaptación de conferencia en el Teopantli Kalpulli, Jalisco, México, septiembre 1991).