P.P. III: PRINCIPIOS SOBRE LA VERDAD, Y EL MISTERIO DE LOS NÚMEROS, por el MS Maestre Dr. S.R. de la Ferriére. Cito un párrafo de la pág. 20 (edición original Niza); por fallas en la traducción lo copio de la obra original del Dr. Evans-Wentz: Yoga Tibetano y Doctrinas Secretas, pág. 47:

“El Dr. W.Y. Evans-Wentz en su obra El Yoga Tibetano ofrece una documentación digna de la mayor atención. En lo concerniente a ´El Espíritu y Maya´ aclara muy bien la cuestión así: ´… Aunque el Sol sea uno solo, sus rayos son múltiples. De modo parecido, aunque la Mente sea una sola, sin embargo se manifiesta en múltiples mentes. El Macrocosmos no es separable del Microcosmos, ni el Uno y los Muchos pueden tener existencia real si están separados el uno del otro. Al ser el aspecto individualizado o personal  el que la mente microcósmica o conciencia asume como real ante sus propios ojos, resulta que ese ego, yo o alma es ilusorio; se trata de un ser no iluminado ni espiritualmente despierto; por eso percibe los fenómenos en dependencia de su carácter personal e ilusorio con sentido de separación, y también por la interminable corriente de impresiones sensoriales, derivadas de su contacto con las formas y con el universo externo. Así, los fenómenos dan una existencia relativa al ego en cuanto al mundo. Mundo que el ego percibe erróneamente como algo fuera o aparte de sí mismo. En otras palabras, el ego y el mundo no tienen una existencia absoluta ni verdadera, sino meramente relativa. Entonces, el ego o alma no es más real que el reflejo de la Luna sobre el agua; es una sombra, un fenómeno compuesto, proyectado por la realidad; pero que la mente microcósmica no iluminada percibe como algo permanente y auto-existente…´


 
Y enseguida comenta el Maestre SRF: “Llegamos, pues, a comprender que nuestro pensamiento juzga según las apariencias; nos atamos a cosas que de hecho son ilusorias, inexistentes; es tomar los efectos por las causas, y los fenómenos por los números. Es el espejismo, la ilusión, base de la doctrina del Maya, que no se limita a la filosofía sino que se aplica a la física misma… …”



Mi conclusión es que lo eterno pertenece a Dios, y lo transitorio al humano: ese ´yo´ aparente, con su nombre, apellido, profesión y demás ilusorias identidades, se acaba en la tumba. Solo sobrevive la chispa divina, esa diminuta luciérnaga que se escapa con el último aliento, llevándose el peso del karma futuro del pequeño personaje, que en la siguiente encarnación representará otro papel en el teatro existencial. ¿Queremos vibrar con lo Eterno? Entonces hay que realizar lo que es Lo Divino, captar el sentido real de esa pequeña palabra: D.I.O.S. Pero primero necesitamos liberarnos del apego al yo, de su estado mental, de sus posesiones, de sus creencias sobre la Realidad. Enorme tarea. 

PASH…   IN LAK´EH… 
Vuestro Hermano y Servidor, Domingo Días Porta

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