ACERCA DE LA NAVIDAD EN SENTIDO INICIÁTICO

Hermanos y Hermanas en el Gran Sendero, PASH…PAZ…

En su obra: “La Magia” (P:P: XXII, pág. 1), nuestro Maestre, el Ven. S.R. de la Ferriére dice que “el período de finales de diciembre no puede dejar indiferentes a los pueblos de Occidente. No es solo la Navidad festejada en su aspecto vulgar y material, pues son muchos quienes han realizado el verdadero sentido de la conmemoración del nacimiento de un Mesías. Es más aún, todo el misterio que va unido a la llegada del Cristo Jéhsu”.

Resulta muy significativo que el Maestre empiece su tratado de Magia hablando de la Navidad. Y en verdad, el cristianismo partió de la Magia con la presencia de los Reyes Magos (que no eran reyes, pero sí Magos en su significado más elevado que luego veremos) (sin embargo, eran Reyes Místicos, reyes de sí mismos). Se nos dice que se guiaban por las estrellas, o sea, por la Astrología, y que entre sus regalos llevaban Oro, símbolo de la Alquimia. Las tres Ciencias supremas que entregaron a José y María para educar al Hijo con la sabiduría divina.

Sobre el término ´Jéhsu´, el Maestre aclara en su III Mensaje: “Los Misterios Revelados” que “Los eruditos cristianos no ignoran la necesidad de escribir JHESU con H, letra de mando, que se encuentra además en los monogramas JHS y suprimiendo la S final en Jesús, porque si no sería señalar al Divino Nazareno como miembro de una secta vulgar”.

Así nos da a entender que Jesús es el personaje histórico que cumplió su sagrada Misión hace unos veinte siglos, mientras que Jhesu o Jéhsu es un título que se asigna al Iniciado que ha logrado alcanzar el más elevado estado de conciencia espiritual. Igual se puede decir del término Cristo, que no es hebreo ni arameo sino del griego antiguo y que se empleaba en las Escuelas de Misterios en ese mismo sentido. El linaje de los Cristos es muy antiguo, pero en la Biblia solo se reconoce a Melquisedec (Génesis 14:18, Hebreos 6:20). En el budismo se reconoce a Sidharta Gautama como el último Buda, habiendo otros 24 anteriores a él en ese linaje. Una aclaración muy importante sobre Jesús, JHESU y CRISTO hace el Maestre en su V Mensaje: Misticismo en el Siglo XX, pág. 418 a 420 de la edición original.

Sigamos con el tema de la Navidad y los Magos tal como Él lo expone en “La Magia” (P.P. #22): “En el diario católico “El Voto” (Francia, enero 1958) se lee: ´La luz resplandeciente de Belén, la fulgurante estrella
de los Magos vino en esa época de Navidad y Epifanía, a calentar nuestra fe, a orientar nuestros corazones hacia las realidades naturales de nuestra redención, a consolidar en fin las razones de nuestra esperanza y de nuestra caridad´.

“Esa Luz de Belén encierra un gran símbolo: en primer lugar, la Fuerza magnética del Lugar como epicentro predestinado a recibir la Fuerza de Arriba, simbolizada por esa ´estrella´ entrevista por los Magos, y objeto de tantos comentarios: un planeta (quizás Venus) ubicado en un lugar especial del cielo, un cometa indicador de un acontecimiento importante, o simplemente una imagen simbólica, una representación figurada haciendo comprender que los Iniciados habían establecido un horóscopo, buscando con ayuda de la Astrología el advenimiento tan largo tiempo esperado, de la llegada de un Instructor.

“En fin: Iniciados, Maestros, Maestría, Magisterio. En una palabra: ´Magia´. El gran Arte Sagrado, la Ciencia Suprema, la Matesis (el dominio de las tesis), el magisterio, la magia, se manifestaba en plena luz y para servir de punto de partida a esa mitología cristiana.

“Los 3 Magos, emblema de los 3 Grandes Colegios Iniciáticos: Europa, Asia y África, se presentaron cargados de Oro, incienso y mirra. Triple Magisterio reunido en ese lugar, el Cercano Oriente, justamente en la encrucijada de los 3 continentes, simbolizaba con esos 3 atributos, las 3 Grandes Ciencias Superiores: Alquimia, Astrología y Magia”.

En esos 5 párrafos de la primera página de “La Magia”, el Maestre expone magistralmente y en forma sintetizada, el misterio guardado en la Natividad. Que, para nosotros, como estudiantes de Iniciación, debe guardar una enseñanza a aplicar en nuestra vida, no conformándonos a celebrar devocionalmente un simple recuerdo histórico. La devoción es un primer paso en el desarrollo espiritual, que nos conduce a los siguientes pasos si queremos trascender la imperfecta condición humana, tan expuesta al sufrimiento, la vejez y a una muerte prematura y no deseada.

Entonces, ¿cómo aplicar esa evocación histórica (o mítica) de la Natividad? Haciendo disciplinas o prácticas propias de la Tradición Crística. Se empieza por las 4 semanas anteriores al día de la Navidad, período llamado Adviento en la Religión Católica. Los cantos, las 4 velas, y la corona de Adviento tomados en su simbolismo, ayudan a vivir ese período, que corresponde al mes de Sagitario, ejercitándonos en la Alquimia espiritual.

El centauro en ese signo, mitad hombre, mitad animal, en el lenguaje simbólico y mítico del Zodíaco intelectual, nos da la clave: las dos primeras semanas trabajamos nuestras tendencias inferiores, defectos, limitaciones, limpiando el jardín mental de esas malezas y plagas que lo contaminan. Es transmutar el plomo de las bajas pasiones en el oro de las pasiones sublimes, de la tristeza en el oro de la alegría, de la enfermedad en salud, de las dudas en fe, de la debilidad de carácter en fortaleza, etc. Así domamos la parte animal del ser humano, ese centauro que tantas veces se desboca.

Y las dos últimas semanas, con sus dos velas restantes, trabajamos con el jinete, la parte humana depurada, ennobleciéndola, iluminándola, a través de la meditación psicológica, la oración de poder, el ayuno, el servicio a los necesitados de caridad, de amor, de compasión. Es vibrar en lo divino guardado en nuestro interior, despertar el Cristo íntimo, cambiando nuestra manera de ser y de vivir.

Y el día del Solsticio de Capricornio (grado cero, 21 de diciembre)), “la Puerta de los Dioses” en la mitología antigua, ya preparados durante el Adviento, hacemos el ejercicio insinuado por el Maestre en su obra “Simbolismo Astral” (P.P. # XVIII. Pág. 25 de la edición original).

Presento mi sugerencia, para recibir en nuestro interior a los llamados “dioses”: felicidad, salud, bienestar, fe, paz, luz, dones del Espíritu Santo: al mediodía, de pie, descalzos, pies en la tierra apuntando al cero del signo de Cáncer, que corresponde al otro solsticio, la cabeza apuntando a lo alto, cero de Capricornio, solsticio de invierno al Norte, los brazos extendidos horizontalmente a los lados, manos apuntando a los equinoccios: Aries y Libra. Representamos así al Humano Cósmico, al Cristo Universal, en forma de cruz, visualizando que estamos en el centro del Zodíaco, parados en nuestro planeta, recibiendo el nuevo nacimiento del cual habla el Maestro Jesús, con fe y voluntad de empezar a vivir en el Reino de la Luz, o sea, con lucidez en pensamientos, sentimientos, palabras y actos. Yoga Crístico, asana o postura de pocos minutos de duración, pues buscamos calidad en la actitud y no cantidad de tiempo. El día de Navidad vivenciamos, visualizamos, que ha nacido nuestro Cristo interior, todavía pequeño, pero con el poder divino para llegar algún día a la plenitud. Siempre con la fe más pequeña, como lo transmitió el Cristo Jesús: “como un grano de mostaza”. ¿Cuál es esa diminuta fe? La fe en sí mismo, pero no en nuestro yo egoísta, sino en nuestra esencia espiritual. Fe que obra “milagros…”

En “Simbolismo Astral” el Maestre explica que Capricornio es la parte culminante, la cima del Zodíaco, su cenit, como se aprecia al dibujarlo. Y agrega que el Gran Mesías no podría nacer sino en esa posición que señalamos, al centro y brazos extendidos, formando la Cruz Cósmica de solsticios y equinoccios. Posición solar que permite traer Luz a los seres humanos, agrega.

Espero haber contribuido con estas palabras, a tratar de convertir esta fecha en un Yoga Crístico, un entrenamiento espiritual, no una simple fecha festiva para pasar el rato.

¡FELIZ Y LUMINOSA NAVIDAD PARA TODOS Y CADA UNO DE USTEDES!
PASH… PAZ… Vuestro Hermano y Servidor, T. A-O D. Días Porta
Desde Los Andes, Mes de Sagitario, Año 75 Era de Acuarius (diciembre, 2022)