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Colibrí 10
La ignorancia del Ser, causa de todas
las enfermedades
El Ven. Ajkpok-Oolal, Maestro Domino Días Porta, estudia la salud desde el punto de vista crístico-católico, con la oración sanadora; del enfoque asiático, muestra lo relevante del uso correcto de la palabra; explica la importancia que la medicina indígena tiene en la actualidad, que debe recuperarse; aclara lo fundamental que tiene el arte y la creatividad para mejorar la salud; desde el punto de vista tibetano, menciona las implicaciones que tiene dormir y soñar de manera adecuada y apegada a normas correctas; y por último, destaca la importancia de la medicina ayurvédica, como muestra de la verdadera medicina natural, ahora materializada y enfocada al consumo de cápsulas y pastillas industrializadas, que solo busca obtener beneficios económicos de quienes los producen.
La causa de todos los trastornos humanos, sociales o individuales; del cuerpo, del alma o del espíritu, y de todas las relaciones humanas, incluida la agresión y violencia entre los hombres, es la ignorancia fundamental de lo que realmente somos y de lo que se ES en lo infinito. Y la causa de esa ignorancia es que nuestra mente se cerró, se veló y cortó la comunicación con lo divino, solo nos quedamos en lo humano.
Al cerrarse el contacto con lo divino, predominó la tendencia hacia lo animal, hacia lo material, y por lo tanto, quedó solo la búsqueda de un bienestar pasajero y relativo, con el descuido de lo que es esencial para el hombre.
Para estudiar el sacerdocio de la sanción, de la salud, hay que empezar por combatir la ignorancia fundamental e ir en la búsqueda para reestablecer ese contacto.
Ese es el punto de partida y también el punto de llegada. Si lo gramos disipar los velos de esa ignorancia, y las sombras de esos temores, inseguridades, falta de fe, y restablecemos la comunicación con Dios, entonces lograremos la sanación. De ahí viene todo el problema, esa es la raíz, pero, naturalmente, debe haber un proceso para lograrlo.
La importancia de la oración
Tenemos el punto de vista católico, con la obra titulada: El camino de la oración sanadora, que nos dice:
“Hoy en día, la gente busca a los sacerdotes no solo para confesarse, sino para superar sus dificultades espirituales e incluso sus dificultades emotivas y psicológicas, porque entienden que la espiritualidad, de alguna manera, debe ayudar a vivir mejor. Además, muchos se dan cuenta que los problemas físicos tienen algo que ver con los problemas del alma. Sabemos también que no es suficiente tenerlo todo para ser felices, porque, a veces, cuando las cosas van bien, suele aparecer una extraña amargura en el corazón o un miedo o una sensación de insatisfacción, y eso muestra que hay algo adentro que no anda bien, aunque lo ocultemos con sonrisas o nos ahoguemos en la actividad o en la distracción. Pero la causa de ese malestar interior o de esa dificultad que tenemos con los demás o con Dios, no siempre son pecados, porque hay personas que son muy buenas, y sin embargo no son felices. La causa de ese malestar que vuelve aparecer, o de esa dificultad interior que no podemos superar, pueden ser malas experiencias que nos han marcado; puede ser un amor que no recibimos cuando lo necesitábamos; puede ser un fracaso, pueden ser muchas cosas que no son pecados y que nos han enfermado por dentro, repercutiendo también en nuestra salud física. “Pero hay una buena noticia: esas enfermedades internas pueden curarse. ¿Se curan yendo al psicólogo? Si, pero no solamente, también pueden curarse haciendo un buen camino espiritual. Puede ser que la persona se acerque al sacerdote y le planté su dificultad para superar un rencor o un miedo, o una obsesión sexual o una dificultad permanente, para sentirse amada por Dios; o que pregunte cómo hacer para superar un vicio, o para liberarse de una tristeza que no se aleja, pero muchas veces la respuesta es solamente: “rece, hija mía, rece”. A veces a esta respuesta se añade una invitación a ofrecer sacrificios o a poner empeño, y en algunos casos la salida es recomendar una terapia psicológica, pero, seguramente, los que acuden a consultar al sacerdote esperan algo más de sus pastores o bien de sus consejeros laicos. A continuación propondré una manera de llevar adelante el propio camino espiritual para que ayude más directamente resolver las dificultades psicológicas o al menos para que la espiritualidad complemente adecuadamente la tarea psicológica. Al final del libro presentamos los fundamentos teológicos de la espiritualidad de la sanación”.
Esta obra nos explica la importancia de una terapia espiritual, que puede ser la meditación, la oración, la contemplación o la reflexión, puede dársele ese enfoque. El yoga es una terapia, yoga terapia, porque cada postura tiene un efecto sobre un órgano del cuerpo. Así, por ejemplo, para fortalecer el hígado, puede hacerse cierta postura, acompañado de determinada respiración y cierta visualización.
Les pregunto: para satisfacer esa necesidad, ese vacío, ese dolor, ese problema de la mente, de los sentimientos, del cuerpo, ¿qué es lo que daría el sacerdote?
-Saber aceptar nuestra vida.
-¿Y a través de qué sería?
-Del contacto con Dios
-Pero, ¿cómo lo lograría? Bueno. El autor del texto señala que es necesario un método que incluya la oración, y que él llama “la espiritualidad de la sanación”. El sacerdote debe enseñar una técnica, un método, como enseñar yoga, nutrición, meditación.
En el capitulo Teología de la sanación, el mismo autor explica:
“Sobre este punto he escuchado muchas respuestas parciales que pueden confundir, por eso es indispensable ofrecer una reflexión más teológica que ayuda a ubicar a la persona a través de la oración de sanación. El primer paso es que debe haber la iniciativa del amor de Dios. Es cierto que la oración de los sacramentos por si sola no resuelve las perturbaciones psicológicas, pero eso no quita nada la iniciativa, ni la gracia de Dios.
“Es un error teológico decir que para poder vivir en gracia de Dios, la persona debe sanar primero sus problemas psicológicos. La doctrina cristina enseña que de ninguna manera el hombre puede merecer la amistad con Dios. La vida en gracia, la mistificación, el paso a la vida en gracia es absolutamente gratuita, es un don del Señor, por que nos ama primero. Es un regalo inmerecido de Dios, que nos elige antes de que podamos conocerlo, y con su gracia nos capacita para amarlo y servirlo. No hay preparación alguna que pueda merecer la amistad con Dios, si ninguna amistad puede comprarse, porque puede ser un regalo espontáneo, o no es amistad, con mayor razón hay que decir que es imposible comprar la amistad con Dios, es un regalo que él nos da gratuitamente”.
“Si logramos disipar los velos de esa ignorancia, de lo que se ES en lo infinito, y las
sombras de esos temores, inseguridades, falta de fe, y restablecemos la comunicación
con Dios, entonces lograremos la sanación. De ahí viene todo el problema, esa es la
raíz, pero, naturalmente, debe haber un proceso para lograrlo”.
La muerte es una sutilización. Atravesar la puerta de la muerte es entrar a estados más sutiles. Para allá no puede nadie llevarse ninguna de sus posesiones, ni siquiera el cuerpo, que es lo más personal que tiene la persona.
TE INVITAMOS A DESCARGAR EL DOCUMENTO Y CONTINUAR CON LA LECTURA…