Extracto de la enseñanza del Colegio Iniciático – Parte 03.

Por el Venerable Maestro Domingo Días Porta.

Cristo no trajo su filosofía personal; él hablaba en el nombre de Dios, y por eso se dice que era el Verbo Encarnado. Para estos tiempos en los que está comenzando la Era del Aquarius, ha venido el Dr. Serge Raynaud de la Ferrière, que es el que trae el mensaje de la Nueva Era. Cuando la gente, en el año 1948, esperaba la guerra atómica, Él trajo un Mensaje de esperanza, dijo que íbamos hacia una Era de Paz, una era de ciencia, de bienestar para todos, y así, Él se presenta como el Embajador del Cielo, porque en esa época nadie más estaba anunciando un futuro luminoso, todos esperaban la guerra atómica, etc., el fin del mundo, el apocalipsis… y él fue el único que despejó las tinieblas y dijo no, lo que viene es la Era de Aquarius. Ahora, en todas partes hablan de la Nueva Era; pero Él fue el que abrió las puertas de esta Nueva Edad. Abrió las puertas, y no en el sentido de escribir libros y dar conferencias, sino que abrió las puertas entre el cielo y la tierra; Él hizo una ceremonia especial en la primavera del año 1948, el 21 de marzo, para abrir esa puerta en la capa de ozono, que es la que protege a la tierra de ciertas radiaciones. Él abrió las puertas porque estaban selladas y, como dice el Apocalipsis, Él rompió el sello primero y entonces entró la energía de Aquarius, la energía del Aguador, entró un torrente de energía que comenzó a transformar la conciencia de la humanidad, empezó a divulgarse la sabiduría que estaba oculta, estaba guardada, y se formaron los primeros discípulos, y ahora seguimos en ese trabajo.



Por lo tanto, el Colegio Iniciático es para que todos aquellos que estén dispuestos participen de esta Cena Espiritual, de esta enseñanza que es para redimir a los seres, sacarlos de su postración, de trastornos… y llevarlos a una vida verdadera, que sean ejemplo para los demás en el mundo en que viven, que irradien luz como lo hacían los primeros cristianos, los primeros budistas… y eso alienta mucho la vida y el corazón de los pueblos, que responden cuando ven que llegan personas que no vienen haciendo promesas que nunca cumplen, que quieren convencerlos, convertirlos, sino que vienen a enseñar generosamente al corazón de los pueblos. Otra vez se abren, porque era piedra sellada; los pueblos estaban sin esperanza, perdidos, y, de repente, aquella piedra se resquebraja y brota un manantialito, y ven que sí hay esperanza para los pueblos, no solamente para los poderosos que en todos los tiempos ha habido.



El Sendero de Luz se llama Sendero Iniciático. Iniciar a una nueva vida, por niveles, por escalones. En un primer nivel ya no fuma, ya respeta su cuerpo, no lo envicia. En el segundo nivel ya se lleva bien con los demás, no discute, no pelea, no convierte el amor en tragedia, ni el hogar en un ring de boxeo. En el tercer nivel… y así va… pues el Sendero Iniciático es como subir la pirámide, de escalón en escalón; es para todos los que quieran, porque en todo ser humano está la chispa Divina; todo ser humano, por hundido que esté, es imagen y semejanza de Dios. Al principio no es mas que una imagen: tiene nariz, tiene brazos, y no tiene nada de semejanza con Dios; tiene más semejanza con el diablo, con las sinvergonzonerías, con el delito; pero ya, teniendo la imagen, que es la parte externa, la apariencia de humano, ya con eso hay esperanza de salvarse; a través de esa imagen se va llegando al corazón, al alma, al espíritu, y va apareciendo la semejanza Divina. Entonces, en vez de condenar a la cárcel a los delincuentes, hay que reeducarlos. Ya la humanidad va entendiendo eso, que los delincuentes necesitan más escuelas que cárceles; entonces ya ahí se les dan clases, hay psicólogos, se les ayuda, y es porque se ha llegado a ver la causa.



La causa de que alguien se haga delincuente no es porque tenga malos pensamientos, sino porque fue abandonado cuando era niño, y la sociedad no ha tomado en cuenta a ese niño que iba pidiendo comida por las calles; todo el mundo volvía la cabeza para otro lado, y así fue creciendo con odio a la sociedad, porque sentía falta de amor, sentía discriminación, desprecio. Entonces, si vamos a llevar a la cárcel al culpable del delincuente, pues habría que llevar a sus padres, a sus educadores, a los gobernantes, a medio mundo, y como eso es imposible, no resta más que pedir perdón al delincuente, y pedirle perdón es darle una oportunidad de cambio; darle un lugar en la sociedad y no hundirlo más en la cárcel. Entonces, la enseñanza de hace dos mil años del Cristo es ahora cuando está cogiendo fuerza en la humanidad, y está despertando eso de que debemos perdonar, debemos pedir perdón; cosa que se dice en la oración, pero que poco se practica; siempre se termina en la guerra, en el crimen, en la violencia.

(A continuar)