Extracto de la enseñanza del Colegio Iniciático – Parte 02.

Por el Venerable Maestro Domingo Días Porta.

Y ese es el don que tienen esos Grandes Maestros, el de restablecer la enseñanza pura sin fanatismos, sin ignorancia, etc., para limpiar los ríos de la historia, los ríos de la filosofía, de la ciencia, no es que un solo hombre lo haga todo, no es posible. Cristo formó a 12 Apóstoles para poder hacer ese trabajo, eran sus brazos, sus 12 pares de brazos; los brazos de un Maestro son sus discípulos verdaderos, y así sí se puede trabajar; formando un equipo, como un general tiene su estado mayor, sus oficiales; un médico tiene también sus ayudantes en el hospital, pues es un trabajo en equipo. Y de esa manera se logra revivir otra vez la espiritualidad de la humanidad que ahora está en peligro, pues se ha caído en el materialismo, la gente casi no va a los templos a orar, va más bien a los bancos, que parecen iglesias, todo el mundo en silencio, haciendo fila, esperando la santa comunión de los billetitos, todos están muy respetuosos en la fila, pueden estarse una hora, dos horas… pero ya de lo espiritual parece que no hay nada, parece que el dinero es más poderoso que Dios, y Dios no permite eso porque sabe que la humanidad se termina de hundir; ya no quieren tener hijos, es un estorbo el hijo, prefieren tener coches y casas, pero de lo de Dios nada.



Pero Dios no quiere perder sus almas porque ahí va su prestigio, digamos, si la humanidad se destruyera, se diría: pobre Dios, no supo hacer humanos, no supo. Y lo de la imagen y semejanza ya no sirvió para nada. A Dios no le conviene quedar mal y trata de restablecer sus leyes, su sabiduría, y no por presumir, sino porque Él tiene amor a ese ser que ha creado.

Aquello que se llama Dios, tiene un amor verdadero que hoy casi no se sabe cómo es. Entonces, esos grandes Maestros, que son los Iniciadores, pues son los que van a iniciar una renovación espiritual, que no traen una nueva religión, sino que vienen a limpiar a las religiones de tanta contaminación como han acumulado, con el fin de que cada religión, que viene de un Gran Maestro del pasado, recupere otra vez su lustre, su brillo, su belleza; para que llegue un nuevo sacerdote con bríos, con más visión, y entonces los pueblos se benefician; pero a veces, cuando se acaba una civilización, se acaba todo, se acaba su religión, su arte, su ciencia. Todo queda en ruinas y entonces el Maestro que aparece en ese momento viene a ser el punto de partida de una religión, pero ya se sabe que, por ejemplo, con la enseñanza que trajo el Buda, se formó una religión, y esa religión lo que hizo fue recoger los restos de las religiones anteriores junto con la enseñanza del Buda, y se formó una filosofía espiritual.



El Cristianismo tomó del budismo el rosario que, como el uso de las velas, los cirios, viene de la India. Todo eso estaba en todas las religiones, pero a raíz de la enseñanza del Cristo, los Apóstoles y demás discípulos tomaron esas enseñanzas que se estaban perdiendo y, junto con la enseñanza del Cristo, crearon toda una filosofía, toda una teología, un conjunto completo; no partieron de cero. Ningún Maestro parte de cero. El Cristo era de la religión hebrea, sus padres eran hebreos, su papá era rabino, enseñaba en un templo, y Jesucristo tenía derecho a hablar en la sinagoga porque Él también era de la religión hebrea, y por eso les llamaba la atención a los rabinos, regañaba a los sacerdotes de la época, tenía autoridad sobre ellos. Pero Él no vino para imponer la religión hebrea, ni ninguna religión. Él venía a iluminar el alma de la humanidad sin importar de qué religión fueran. Por eso los apóstoles, siguiéndole a Él, unos se fueron a Roma, otros a Egipto, otras a Bizancio, etc., a compartir con otros pueblos ese pan de sabiduría y ese vino de amor, de verdadero amor, y eso es pues el Sendero Iniciático, es seguir la ruta de los Maestros, no es seguir a un personaje, es seguir una sabiduría que viene de Dios, no de ningún personaje. Decimos, de Buda el budismo, de Cristo el cristianismo, de Mahoma el mahometismo, porque así lo ven los pueblos, pero, en realidad, ellos eran enviados del Cielo.



(A continuar)