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CON MOTIVO DE LA NAVIDAD DEL AÑO 68 (2015)
A todos los Amigos, Compañeros por las Rutas Sagradas,
¡PASH… PAZ… IN LAK´EH…!
A través de los tiempos, siempre, se ha celebrado el solsticio de invierno, la noche más larga del año, el 20 o 21 de diciembre en el hemisferio norte. Allí el Sol permanece 4 días en reposo por las tierras del Sur, y el 25 al amanecer da señales de vida, empieza su retorno al norte; se ha festejado así tradicionalmente el Nacimiento del Niño Sol, del Cristo Cósmico, bajo el signo de Capricornio, signo místico por excelencia, señala nuestro Maestre SRF. Y así continuará celebrándose la Navidad en esa fecha mientras permanezca ese ordenamiento cósmico establecido por la Voluntad Divina. La vida y Misión de Jesús el Cristo refleja al parecer el paso del Sol por el zodíaco o “Libro de los Cielos…”
Para evitar confusiones, recordemos que los signos del Zodíaco intelectual se refieren a la individualidad humana, expresan la psicología del ser encarnado en la Tierra. Por ello están relacionados con las 4 estaciones naturales del año. Así, el 21 de marzo, empieza la primavera en Aries (signo de temperamento primaveral, entusiasta), el 22 de junio el verano en Cáncer (emotivo, variable), el 21 de septiembre el otoño en Libra (equilibrado, justo) y el 21 de diciembre el invierno en Capricornio (reservado, controlado). En el hemisferio sur ocurre lo contrario: el 21 de marzo empieza el otoño, etc.
Se sabe muy bien que el Maestro Jesús Nazareno, hijo de José y María, no nació en diciembre, cuando los campos están nevados en Palestina y los rebaños están resguardados del frío en sus refugios con sus pastores, pues no pueden encontrar su alimento en la tierra congelada. Ni puede nacer un bebé en un pesebre sino en un lugar cálido protegido. Ni pueden los viajeros recorrer los caminos nevados en camellos o elefantes. Se discute hoy su fecha de nacimiento, puede haber sido en primavera o en verano. Pero ese es el nacimiento del personaje, de la individualidad humana. El Cristo cósmico siempre nacerá, para los pueblos del hemisferio norte, el 24 de diciembre (y el 24 de junio para el sur) después de media noche, cuando el Sol, en medio de las largas noches invernales, empieza su recorrido al norte lentamente, como un bebé gateando. Vuelve como redentor, venciendo el peligro de su alejamiento definitivo, dejándonos en oscuridad permanente. El 21 de marzo, equinoccio de primavera, ya el Sol está en su esplendor y entrega su vida a la tierra; época de siembra, de las flores, de la alegría de los pueblos, manifestada en danzas, fiestas y rituales. Se acerca entonces el sacrificio del Sol, su crucifixión, derramando su sangre luminosa para alimentar a todos los seres.
Insisto, la Navidad siempre se celebrará 4 días después del equinoccio de invierno, cuando “nace” el Cristo Cósmico, la luz de los cielos que da vida a la Tierra y demás planetas. El personaje humano que lo representa ante los pueblos, puede nacer en otra fecha. Digamos, por ejemplo, que Jesús, el Cristo entre los hombres, haya nacido el 18 de mayo; entonces ese día celebraríamos su cumpleaños con regocijo y gratitud, como día sagrado para la redención de la Humanidad en su peregrinar perenne. Nuestro Maestre, que consideramos Avatar del Acuarius, nació el 18 de enero, cuando lo celebramos, dándole carácter de fecha Iniciática.
Estamos hablando del zodíaco intelectual de los “signos,” ese lenguaje jeroglífico del Libro de los Cielos, herencia sagrada de los sabios antiguos, que reconocieron y guardaron así los mandatos divinos inscritos con luz, no con tinta, en el pizarrón celestial, libro que los tiranos jamás podrán destruir y que guarda los misterios de la vida y del ser. Signos que reflejan la psicología humana, esa tipología cósmica que es como un mapa del destino que cada quien ha de recorrer en su existencia terrestre.
El otro zodíaco es el sideral, el de las estrellas, donde no hay signos o figuras sino puntos de luz en diferentes niveles y gradaciones. A muchas de ellas se les ha dado una mitología desde antiguo, que guarda la sabiduría perenne. Zodíaco natural que refleja la sociología de las civilizaciones, lo colectivo; civilizaciones que dependen de la proyección del eje de la Tierra en su bamboleo sobre el zodíaco; movimiento de precesión de los equinoccios (retrogradación del punto vernal). Como un puntero va apuntando a las estrellas zodiacales, moviéndose lentamente por sus constelaciones, marcando el surgir y decaer de las civilizaciones, sus características y concatenación, de acuerdo a dichas constelaciones (grupos de estrellas) del zodíaco, cinturón estelar que rodea al sistema solar; son las estrellas del ecuador de la esfera celeste; las estrellas de las constelaciones del hemisferio norte y sur de dicha esfera, están más lejos de nuestro sistema solar, su influencia es más sutil.
En el zodiaco intelectual el año natural empieza el 21 de marzo bajo el signo de Aries. En el zodíaco sideral empieza ese día bajo la constelación Acuarius (el Aguador Celeste derramando el Agua del Saber) desde 1948 y por los próximos dos mil años. Antes de 1948, dos mil años hacia atrás, bajo la constelación de Piscis, los dos Peces nadando en dirección opuesta.
Ese libro sagrado guía a los Enviados divinos y a los guías espirituales de los pueblos (jerarquía iniciática) para orientar al rebaño humano en su peregrinar por las así llamadas “civilizaciones” o Eras cósmicas.Texto principal de la Tradición Iniciática o sabiduría perenne, verdadero Antiguo Testamento, siendo el Nuevo el correspondiente a cada Era o Edad. Ese Legado sagrado incluye además las constelaciones del norte y sur de la esfera celeste. (Constelaciones y esfera aparentes, pero cuyo estudio refleja lo real,el legado ancestral de la Verdad Suprema.Como las parábolas son cuentos que reflejan verdades.)
Así hablamos del suceder de las Eras astrológicas, que van recorriendo el zodíaco en movimiento inverso al movimiento anual que va de Aries a Tauro, Géminis, etc. Por eso se le llama movimiento de retrogradación del punto vernal (equinoccio de primavera), donde el eje de la Tierra va atravesando cada constelación en reversa durante 2156 años, y las doce en 25.920 años (“año platónico” en astronomía). Por ejemplo, decimos Era de Tauro (Antiguo Egipto, por ejemplo), sigue la Era de Aries, acaba de terminar la Era de Piscis y ahora nos vamos adentrando en la Era de Acuarius, los próximos dos mil años a partir de 1948. La duración de una Era y su civilización puede ser de más de dos mil años o menos, depende del tamaño de la constelación que la rige.
Los Avatares, Mesías, Enviados, Grandes Maestros Mensajeros, aparecen cuando se inicia una Era, siguiendo la tónica del Cristo Cósmico, la Luz de los Cielos en incesante retornar cíclico. Traen el mandato o mandamientos propios de la Edad que se inicia, rompiendo con los viejos hábitos de la anterior Era, ya en decadencia. Cristo es palabra castellanizada del griego “krestus”, tomada de las Escuelas de Misterio del gnosticismo de la Antigua Grecia, significa “Ungido”, revestido de un don divino. Título que se recibía al ser Iniciado, graduado, en los Misterios Mayores. En inglés se dice “Christ” que se pronuncia “kraist.)
En conclusión: nosotros, Iniciados dentro de la Orden fundada en 1948 por el Maestre Avatar S.R.F., seguimos celebrando el solsticio de invierno el 21 y la Navidad el 24 a 25 de diciembre en el Norte (y el 21 y 24 de junio al Sur), y el cumpleaños del Maestre el 18 de enero, correspondiente al signo de Capricornio en el movimiento aparente anual del Sol; pero a la constelación de Sagitario por el movimiento precesional causado por el bamboleo del eje terrestre. El Maestre como individualidad humana tiene su horóscopo natal con su signo de nacimiento que es Capricornio y Ascendente en Escorpio-Águila. Pero como Mensajero de la Era él manifiesta el espíritu de esta nueva Era, lo cual se destaca en la astrología sideral por tener Sagitario (apuntando al Cielo)como constelación de nacimiento.
Ese horóscopo sideral manifiesta la misión cósmica del ser en la Tierra, horóscopo que todos tenemos, importante para quien sigue el Sendero espiritual Ascendente de la Iniciación Mayor, Escala Aerosómica. Que no se refiere a la vida común del “animal racional” como dice la ciencia, sino a la esencia, el ser, el continuo mental superior, lo inmortal; que traza la ruta para liberarse de los encadenamientos terrenales a fin de lograr el estado superior de “imagen y semejanza…” o “Hijo de Dios”, Nirvana, Samadhi, Unitividad, YUG,que son palabras mayores.
Como ejemplo, este servidor tiene su horóscopo con el signo natal en Piscis según el zodíaco intelectual, y el Ascendente en Géminis, reflejando la vida de un ser humano como tantos. Mas en la astrología sideral mi constelación natal es Acuarius; ese horóscopo indica el sendero que me corresponde recorrer para ascender a la siguiente escala evolutiva que sucede al “animal racional” y sus condicionamientos; además, mi vía de participación, digamos que profesión, en cuanto a los Trabajos misionales por la Edad del Aguador Celeste.
Confío que este testimonio navideño sea útil a los lectores en su diario vivir, como lámpara que los enrumbe más conscientemente, y a los discípulos y discípulas por las diversas sendas del espíritu como estímulo a seguir elevándose en conciencia y actitudes hacia la Luz divina que redime a todo buscador.
¡FELIZ NAVIDAD Y BENDICIONES DEL CIELO
EN UNION CON VUESTRAS FAMILIAS Y SERES QUERIDOS!
¡PASH… PAZ… AL LAK´EN…!
El Titolopochtli, Ajook Oolal (Sat-Arhat)
Lcdo. Domingo Días Porta
Mérida, Venezuela, 23º Mes Sagitario, Año 68 Edad Acuarius