Desde La Honorable Academia del Sagrado Saber Ancestral en Venezuela,

A los Peregrinos de la Era del Acuarius,

PASH…   IN LAK´EH…

 

Un fraternal saludo y votos de Realización espiritual en vuestro caminar por las rutas sagradas ancestrales de la Cordillera de los Andes en Amerikua Sur, los Himalayas espirituales de la Edad del Acuarius.

La ancestral tradición de los Peregrinajes Iniciáticos a los centros de poder sagrado tanto en la naturaleza como en lugares heredados de nuestros sabios antepasados, toma ahora nuevo ímpetu con el advenimiento de la Edad del Aguador y la Aguadora Celestes. Nosotros en nuestra Orden encauzamos esa ansiedad y anhelo de trascender las limitaciones mentales que frustran el pleno despertar del espíritu que mora entre los velos del inconsciente colectivo e individual de acuerdo al espíritu de la Edad Acuariana y a la mentalidad y anhelos de la Nueva Humanidad en Marcha hacia la plenitud existencial, la fusión de lo sagrado y lo humano en equilibrio dinámico.

El Peregrinaje tiene sus reglas y el Peregrino sincero se ajusta a ellas. Una actitud de impersonalidad, de renunciación, de sacrificio y sobre todo de mantener la mente concentrada en la búsqueda de la Verdad Sagrada venciendo distracciones y tentaciones profanas; eso es indispensable para regresar enriquecido con los dones del espíritu que esperan por los peregrinos en esas rutas llenas del misterio del pasado y del encanto de paisajes bendecidos por la luz del espíritu.

La Peregrina de la Paz, en su libro que lleva ese título, dice que “Un peregrino anda en busca de un propósito definido. Un peregrinaje puede llevarse a cabo hacia algún lugar, pero también puede realizarse por algo. El mío es en pro de la paz, y por eso soy una Peregrina de la Paz.” Luego comenta que “durante la Edad Media, los peregrinos salían como eran enviados los discípulos: sin dinero, sin comida, sin ropa adecuada – y yo conozco esa tradición. No tengo dinero y no acepto dinero en mi peregrinaje…”

Los Sadhus, esos místicos y hombres santos de la India, libres de preocupaciones terrenas, en su vivir trascienden las limitaciones de tiempo y espacio; son venerados por la gente como representantes de los dioses; su mundo es pletórico de antiguos rituales mágicos, simbolismo y prácticas ascéticas, desde la meditación y el Yoga hasta la penitencia y la práctica de austeridades, incluyendo largos períodos de silencio y soledad. Buscan la iluminación interior para liberarse de ataduras y apegos, para merecer el conocimiento de Lo Absoluto, el supremo saber. Para ello peregrinan por la India, por ejemplo al Monte Kailas, morada de Shiva, en las alturas nevadas de los Himalayas.

“Quienes llevan una vida sedentaria, – enseñaba el Buda – enclaustrados en sus casas, se mueven entre el polvo y los estorbos.”   Desde sus inicios, el Budismo mostró cierta impaciencia por esos hábitos de vivir en casa. Con ese impulso de peregrinar, se ha expandido por todo el mundo. Impulso tan viejo como la humanidad misma; las tribus viajaban cada año siguiendo las huellas de las manadas de bisontes, antílopes, etc., en busca del preciado alimento en los meses de sequía o escasez. Los primeros budistas eran una orden de errantes en busca de la caridad de quienes encontraban en el camino.

Hubo un monje chino hacia el siglo VII, Hiuen Tsiang, que podría considerarse el santo patrono de los peregrinos, pues viajó durante veinte años, atravesando lugares infectados de bandidos, desiertos de terribles tempestades, empinadas montañas casi imposible de escalar, selvas pobladas de fieras. El Buda mismo renunció a la vida palaciega de su juventud, para peregrinar en pos de la respuesta al significado de la vida, en pos de la Verdad, y en el camino, meditando bajo un árbol, logró la suprema iluminación. Y comentó Gautama: “No puedes viajar por el sendero mientras no te hayas convertido en el sendero mismo.”

De los 5 Pilares del Islam, el quinto consiste en el peregrinaje: todo musulmán debe realizarlo aunque sea una vez en su vida, si es física y económicamente capaz, a la Meca principalmente. En Amerikua Norte, el Lakota necesita viajar cada año al Centro del Mundo para continuar participando en el proceso de la creación del mundo, porque reconociéndose como un reflejo microcósmico del macrocosmos, debe vivir en armonía con el sagrado ritmo que causa ese movimiento que llamamos vida; ese centro cambia cada año, ese lugar del Árbol santo que une lo de Arriba con lo de Abajo, ha de ser encontrado por los shamanes y sacerdotes que hayan recibido la Iniciación tradicional.

“Mira –le dice a los hijos- este es el costumbre. Volaremos sobre los cerros. Viajando a Wirikuta, donde fluye el agua sagrada, donde mora el peyotl, donde Nuestro Padre viene.” Y así vuelan como abejas, recto, en alas del viento. Como enjambre de aves, con bellos cantos, serenamente. De cerro en cerro. Y el Mara´akame les sigue narrando. Porque Kauyumari se lo va transmitiendo. Yva protegiendo a todos. Y siguen su peregrinar. En cierto recodo del camino, el Mara´akame indica: “Aquí fue cuando nuestros Abuelos, nuestros Padres y Madres, yendo a Wirikuta, entonces el Hermano Mayor Cola de Venado, Maxa Kwaxi-Kauyumari, cruzó por aquí, y los hijos de los primeros Huicholes fueron curados.” Y así habla el tambor en su rancho, en su tierra. Y así prosiguen su mítico viaje de lugar en lugar, llenos de historia sagrada. Al fin arriban a Wirikuta, en el desierto, donde mora la Madre Peyotl. Cuando ha tocado el tambor, hablado a las Madres, a los Padres y grandes Abuelos, cuando ha entregado sus ofrendas, los cuencos votivos en su lugar, las sandalias, todo, así tendremos vida. Los hijos, felices, contentos, porque han sido bendecidos.   Las flechas apuntan al sur, al norte, al este, arriba. Los cuernos del venado en su sitio, el Mara´akame habla: “Oh, Nuestro Padre, Nuestro Abuelo, Nuestras Madres, que moran aquí, hemos arribado bien.” Arrodillados, son abrazados por Nuestro Padre, Nuestro Abuelo, Nuestro Hermano Mayor.   Que les preguntan: “¿Para qué han venido, hijos, desde tan lejos, viajando tanto? Contestan: “Hemos venido a visitarlos, para conocerlo todo, para tener vida.” “Ah, muy bien, está bien”. Y los bendicen a todos. Y los peregrinos se quedan unos pocos minutos, conversando con Nuestro Padre, con Nuestro Abuelo, con todos Ellos. Y luego la Madre los bendice, y ellos parten de retorno a su tierra.(Los Huicholes o Wixáricas, pueblo autóctono de México, son los que conservan más puras sus tradiciones ancestrales, por vivir en las alturas de la sierra, lejos de ajenas influencias.)

En los Andes del Perú, un gran peregrinaje festivo de decenas de miles, hasta cien mil, al Lugar de Estrellas y Nieve: a 100 kms. al este de Cusco, se alzan las montañas Sinakara, coronadas por un glaciar. En sus estribaciones, a 4.700 metros sobre el nivel del mar, se haya el valle de Coyllur (´estrella´) Ritti (´nieve´). El peregrinaje de Coyllur Ritti, la fiesta de las estrellas y la nieve, se celebra cada año, entre mayo y junio, culminando el día de la luna llena. Al amanecer, una multitud de peregrinos escalan por el hielo de la montaña, hacia el glaciar, a 5.000 metros de altitud, para ofrecer plegarias antes de bajar con las cruces, que fueron colocadas el día anterior. En Coyllur Ritti una enorme roca marca el escenario de una leyenda muy querida: la aparición del Niño Jesús sobre la roca sagrada. El primer peregrinaje tuvo lugar en 1783.

Y hablando de los peregrinajes, tomemos en cuenta al primer Peregrino de la Era del Acuarius: nuestro Muy Sublime Maestre Serge Raynaud de la Ferriére, desde su tierra natal, Francia, por norte, centro y sur América, por África, Australia y la India, principalmente. En 1950 participó en el Khumba Mela, el gran peregrinaje de millones de peregrinos que se verifica cada doce años, ciclo que hemos seguido desde entonces, a los Andes en Amerikua Sur. Le siguió el Maestro Alfonso Gil Colmenares por Amerikua Norte y Centro fundando los centros de estudios de la Nueva Era por instrucciones del Maestre. Luego nuestro Ven. Hermano Mayor Dr. José Manuel Estrada, peregrinando por las Américas, España y la India. Posteriormente me tocó peregrinar por las Américas, nueve países europeos (incluida la antes Unión Soviética), Marruecos, Jerusalén y Belén.

En nuestra Orden es de rigor que el Iniciado que alcance el 4º Grado, cumpla con el Nazareato como está indicado en el libro Números de la Biblia, capítulo 6, e inmediatamente de iniciado salga de su tierra a peregrinar durante tres años, sin dinero, practicando abstinencias y disciplinas, y llevando el Mensaje de la Edad Acuariana a las gentes.

Así hemos hecho un breve recorrido por algunas rutas de peregrinaje, de tantas practicadas por todos los continentes a través de los tiempos, respetando las reglas establecidas por las diferentes tradiciones sagradas, ese patrimonio espiritual y cultural de la Humanidad.

Termino citando al Maestre SRF, de su obra “Los Espirituales del Islam” (P.P. XXIX, página 18, edición Niza): “Los Grados de Iniciación conferidos por una Orden Esotérica, no son en realidad más que la confirmación de un estadio ya alcanzado previamente. Igualmente, los peregrinajes no son sino el rito exterior de un plan iniciático a cumplir. El traslado geográfico de una ciudad a otra no tiene ningún valor si el peregrino no está en un estado de espíritu apropiado (conciencia pura, meditación, plegarias, etc.) El viaje fue reemplazado a menudo incluso por una corta marcha sobre un pavimento que esquematiza el itinerario de esa gira santa; esa es la razón de los enlozamientos primitivos de las iglesias, los laberintos, los mandalas, etc. Lo que cuenta es el “peregrinaje” interno, la función psicosomática de una depuración tanto física como psíquica para alcanzar el nivel espiritual necesario a la elevación del alma hacia la Conciencia Cósmica.

El grado de iniciación concedido por un Maestro no sirve sino para situar al discípulo sobre la Vía; no es ni una recompensa ni un valor exacto concordante; toca al discípulo disciplinarse, tal como el Maestro busca siempre la maestría de sí mismo.

No llegado para este servidor el tiempo de peregrinar en actual etapa final de mi Sendero, les acompañaré en espíritu, con el anhelo de que retornen a sus hogares renovados en su energía espiritual para trabajar con más bríos por el Legado y el Mandato que nos otorgó nuestro Muy Sublime Maestre: la Reeducación de la Humanidad para encaminarla a la Tierra Prometida de Paz, el Reino de Dios sobre la Tierra.

Que así sea.

El Guía y Custodio de la Orden y la Tradición Iniciática,

T.A-O Domingo Dias Porta

Mérida, Venezuela, Solsticio de Verano, junio de 2015