El Bien desciende sin cesar sobre la tierra como la luz del Sol, como la lluvia, como las aves. Lo puedes experimentar si no te quejas ni alimentas temores; si te acercas a la naturaleza a contemplar y recibir su vigor, su belleza, sus frutos.  Si permites que el Bien te bañe con sus rayos, como el Sol  con su luz, en vez de andar entre sombras.  Es tu opción. El sumo bien no te busca, está allí, neutro, esperando  a quien quiera tomarlo,  semejante a los frutos en los árboles.  No  dudes.  Acércate al árbol de la vida. ¡Valor!

El mal es la ausencia de bien. Como la enfermedad es ausencia de salud, pero no es algo, es ausencia, y hoy hay una ciencia de la enfermedad, es raro verdad? Si comes mal te enfermas, si trabajas mal, si piensas mal. Como la sombra es ausencia de luz, o una luz muy débil, pero no existe la sombra sino la luz. Entonces el mal y la enfermedad y el sufrimiento vienen a ser falta de responsabilidad en cuidar el bien y la salud y la felicidad, esos tesoros de la vida.

El bien hay que buscarlo, o mejor, cultivarlo.  El mal llega solo, basta con descuidarse.  Es una sombra, un vacío, una creencia.  La luz como es una energía, se puede usar, por ejemplo la electricidad.  No hay manera de usar la sombra como energía, porque es ausencia de energía; como una batería descargada, un auto sin gasolina, un estómago vacío. No hay ciencia ni tecnología que use la sombra.
 La ilusión es una forma de la energía mental, con ilusión se puede componer una canción, pintar un cuadro, escribir un poema.  En cambio la desilusión es como la sombra.  El mundo no es ilusión, es una realidad en la cual encontraremos la Verdad.  Ilusión y desilusión son estados mentales y afectivos.

Ese pobre deseo de un placer momentáneo e ilusorio atrae la miseria moral y su consecuencia, sufrimiento, desilusión, un criterio sobre la vida alejado de la verdad. Cultivemos estados permanentes en nuestro ser, no transitorios.

  T.A-O Domingo Días Porta